sábado, 22 de enero de 2011

PARALÍTICO A LOS 24 AÑOS
Quedó afectada mi columna vertebral. Mis piernas quedaron paralizadas.
“Tenía veinticuatro años cuando sucedió esto y desde entonces no he dado un solo paso”.
¡Condenado a los veinticuatro años a permanecer en una silla de ruedas por el resto de su vida! Le pregunté como se las arregló para soportar la cosa tan bien y me contestó: “No la soporté nada bien”. Dijo que se enfureció y se rebeló.

 Maldecía su suerte. Pero, a medida que pasaban los años, vio que su rebelión sólo le proporcionaba amarguras. Y declaró: “Finalmente, comprendí que las gentes eran amables y corteses conmigo. Por tanto, lo menos que podía hacer era  mostrarme amable y cortés con ellas”.

Le pregunté si entendía todavía, después de todos los años transcurridos, que su accidente había sido una terrible desgracia y en seguida me contestó: “No. Casi me alegro de lo que sucedió”. Me dijo que, después de reponerse de la sacudida y el resentimiento, comenzó a vivir en un mundo diferente.

Comenzó a leer y a aficionarse a la literatura. En catorce años leyó por lo menos mil cuatrocientos libros; estos libros le habían abierto nuevos horizontes y procurando una vida más rica de todo lo que creyó posible.

Como resultado de sus lecturas se interesó en la política, estudió los asuntos públicos y pronunció discursos desde su silla de ruedas. Comenzó a conocer gente y a ser conocido. ¡Y Ben Fortson, todavía en su silla de ruedas, llegó a ser Secretario de Estado de Georgia!.

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