sábado, 22 de enero de 2011

LA HIJA DE UN TRANVIARIO
La hija de un tranviario tuvo que aprender esta lección de un modo muy duro. Quería ser cantante. Pero su rostro era su desdicha. Tenía una boca grande y dientes salientes. Cuando cantó por primera vez en público –en un club nocturno de Nueva Jersey-, trató de bajar el labio superior para ocultar sus dientes. Trató de estar “encantadora”. ¿Cuál fue el resultado? Que hizo el ridículo. Iba directamente al fracaso.
Sin embargo, había en aquel club nocturno un hombre que oyó cantar a la joven y que dijo que allí había talento. De modo liso y llano encaró a la joven y le dijo: “Mire, he estado observando su actuación y me doy cuenta de lo que trata de ocultar. ¡Usted tiene vergüenza de sus dientes!”. La joven quedó muy turbada, pero el hombre aquel continuó: “¿Qué le importa? ¿Es un crimen acaso tener dientes salientes? ¡No trate de ocultarlos! Abra la boca y el público le tendrá simpatía cuando vea que usted no se avergüenza”. Y añadió sagazmente: “Además, esos dientes que trata usted de ocultar pueden ser su fortuna”.
Cass Dalley aceptó el consejo y se olvidó de sus dientes. Desde entonces, sólo pensó en los auditorios. Abrió la boca sin miedo y cantó con tanto gusto y placer que llegó a ser una de las grandes estrellas del cine y de la radio.
Queen of Musical Mayhem by Cass Daley cover

No hay comentarios:

Publicar un comentario