domingo, 23 de enero de 2011

LA VIDA SIN LUCHA POCO VALE
Cuando yo era niño, mi bueno y frugal padre me enseño a divertirme con cosas sencillas. Uno de mis pasatiempos favoritos era recoger capullos de gusanos de seda y guardarlos hasta la primavera, para ver salir las mariposas, cuya belleza me encantaba. Mucha lástima me causaba verlo forcejear en el capullo, antes de salir, tratando de escapar de su prisión. Un día, cogió mi padre unas tijeras y con ellas abrió uno de los capullos, para dejar salir la mariposa. Esta salió, pero murió en seguida.

Oye, Roy –dijo mi padre-: con los esfuerzos que hace la mariposa para salir de su prisión, expele el veneno que tiene dentro y que amenaza matarla. Si no lo expele, muere víctima de él.

Asimismo, cuando uno lucha y brega para conseguir lo que quiere, se hace mejor y más fuerte; pero si todo lo tiene sin esfuerzo ni dolor, se vuelve débil, y hasta algo parece que muere y se apaga en su interior.

Y ahora veo que, si he podido sufrir la adversidad con fortaleza, es porque mi padre me enseño la gran verdad de que la vida sin lucha poco vale…        

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