sábado, 22 de enero de 2011

SU NOMBRE ERA “INCREÍBLE”
Cuentan que una pareja le puso Increíble de nombre a su hijo, pues tenían la certeza de que haría cosas increíbles en la vida. Sin embargo, Increíble tuvo una vida tranquila, se casó y vivió fiel a su esposa durante sesenta años. Sus amigos lo fastidiaban porque su vida no concordaba con su nombre.

Antes de morir, Increíble le pidió a su esposa que no colocara su nombre en su lápida, ya que no quería escuchar las burlas de sus amigos desde el cielo. Cuando murió, su mujer, obedeciendo el pedido de su esposo, únicamente puso en su lápida: “Aquí  yace un hombre que le fue fiel a su mujer durante sesenta años”. Paradójicamente, cuando la gente pasaba por el cementerio y leía la lápida, exclamaba: “¡Increíble!.

Frecuentemente no vemos lo increíble, aun cuando está enfrente nuestro. Aprendamos a verlo en las organizaciones y personas con las que trabajamos a diario, y no esperemos hasta perder lo que tenemos para sólo entonces descubrir su verdadero valor.

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