sábado, 22 de enero de 2011

LA ENTREVISTA CON DIOS
Una vez un hombre muy afortunado había conseguido la mejor entrevista de su vida: iba a entrevistar ni más ni menos que a Dios. Esa tarde el hombre llegó a su casa dos horas antes, se arregló con sus mejores ropas, lavó su automóvil e inmediatamente salió de su hogar. Manejo por la avenida principal rumbo a su cita, pero en el trayecto cayó un chubasco que produjo un embotellamiento de tránsito y quedó varado. El tiempo transcurría, eran las 7.30 la cita era a las 8:00 horas.

 Repentinamente le tocaron el cristal de la ventanilla y al voltear vio a un chiquillo de unos nueve años ofreciéndole su cajita de chicles. El hombre sacó algún dinero de su bolsillo y cuando lo iba a entregar al niño ya no lo encontró. Miró hacia el suelo y ahí estaba, en medio de un ataque de epilepsia. El hombre abrió la portezuela e introdujo al niño como pudo al automóvil. Inmediatamente buscó cómo salir del embotellamiento y lo logró, dirigiéndose al hospital de la Cruz Roja más cercana. Ahí entrego al niño, y después de pedir que lo atendiesen de la mejor forma posible, se disculpó con el doctor y salió corriendo para tratar de llegar a su cita con Dios.

Sin embargo, el hombre llegó 10 minutos tarde y Dios ya no estaba. El hombre se ofendió y le reclamó al cielo:
- Dios mío, pero tú te diste cuenta, no llegué a tiempo por el niño, no me pudiste esperar. ¿Qué significan 10 minutos para un ser eterno como tú?

Desconsolado se quedó sentado en su automóvil; de pronto lo deslumbró una luz y vio en ella la carita del niño a quien auxilió. Vestía el mismo suetercito deshilachado, pero ahora tenía el rostro iluminado de bondad. El hombre, entonces, escuchó en su interior una voz:
- Hijo mío, no te pude esperar y salí a tu encuentro.
Jóvenes de América: Dios está ahí, afuera, en busca de ustedes. Los niños de América, los marginados de América, ya no pueden esperar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario