miércoles, 19 de enero de 2011

HUELLAS EN LA ARENA
Tuve un sueño. Me parecía caminar sobre la arena de una playa al lado del Señor Jesús. Nuestros pasos dejaban en la arena una doble serie de huellas: las mías y las de Jesús. Pensé que cada uno de mis pasos representaba un día de mi vida.

Entonces, siempre en sueño, me di vuelta para volver a ver todas aquellas huellas en la arena, y me fijé que a veces en lugar de dos series de huellas, aparecía solamente una. Rehice todo el camino de mi vida y con asombro me di cuenta que los trechos de mi existencia en que aparecía una sola serie de huellas correspondían a los días más tristes de mi existencia. Días de angustia y de tristeza, de egoísmo y de mal humor, días de pruebas y de sufrimientos. Entonces le dije a mi Señor Jesús: "Tu  nos has prometido quedarte con nosotros todos los días de nuestra vida. ¿Por qué no cumpliste con tu promesa y me dejaste solo precisamente en los días más difíciles de mi vida, cuando más yo necesitaba tu presencia? Y el Señor me contestó sonriendo: "Hijo mío, yo no he dejado de amarte ni un solo instante de tu vida. Las huellas que tu ves en los días más difíciles de tu vida y que aparecen solas, son las mías. En aquellos días yo te llevaba en mis brazos".

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