miércoles, 19 de enero de 2011

ENSEÑANDO AL CABALLO A VOLAR
Un anciano rey de la India condenó a un hombre a la horca. No bien terminó el juicio, el condenado pidió:
—Su Majestad es un hombre sabio y le gusta saber todo aquello que sus súbditos saben hacer. Respeta a los gurús, a los sabios, a los encantadores de serpientes, a los faquires. Pues bien: cuando era yo un niño, mi abuelo me transmitió la técnica para hacer que un caballo blanco vuele. No existe nadie más en este reino que sepa hacerlo, de modo que mi vida ha de ser preservada.

Inmediatamente, el rey hizo traer un caballo blanco.
—Necesito quedarme dos años con este animal —dijo el condenado.
—Tendrás tus dos años —respondió el rey, que a esta altura desconfiaba un poco. —Pero si el caballo no aprende a volar, serás ahorcado.

El hombre se fue de allí con el caballo, feliz de la vida. Al llegar a su casa, encontró a toda la familia llorando.
—¿Pero es que estás loco? —gritaban todos.
—¿Desde cuándo alguien en esta casa sabe cómo hacer que un caballo vuele?
—No se preocupen, porque la preocupación nunca ayudó a nadie a resolver sus problemas —respondió él. —Y yo no tengo nada que perder, ¿o es que no lo entienden? Primero, nunca nadie trató de enseñarle a volar a un caballo y puede ser que aprenda. Segundo, el rey está muy viejo y puede morir en estos dos años. Tercero, el animal también puede morir y yo tendría dos años más para entrenar a un nuevo caballo. Eso sin contar la posibilidad de que haya revoluciones, golpes de estado, amnistías generales. Finalmente, si todo siguiera como hasta ahora, habré ganado dos años de vida, en los que podré hacer todo lo que se me dé la gana: ¿les parece poco?

No hay comentarios:

Publicar un comentario