EL DISCÍPULO Y LA PALOMA
Cuentan que un discípulo muy agresivo que quería perjudicar a su maestro tomó una paloma en sus manos y planificó preguntarle al maestro si estaba viva o muerta. El le mostraría lo equivocado que estaba triturando la paloma si su maestro decía que estaba viva, y soltándola si decía que estaba muerta. El discípulo se acercó al maestro y le preguntó: “Maestro, ¿la paloma esta viva o muerta? El maestro lo miró con mucho respeto y le respondió asertivamente: “Hijo mío, la respuesta está sólo en tus manos”.
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